A la decadencia de la polis en el siglo IV le siguió el esplendor del helenismo en todo el ámbito del Mediterráneo
oriental.Alejandro Magno, entre el 332 a. C. y el 323 a. C., conquista Grecia y crea un inmenso imperio desde el río
Nilo hasta el río Indo; a su pronta muerte, sus generales se reparten sus dominios y nacen los reinos helenísticos en
los que la lengua griega se convierte en koiné, lingua franca y de cultura. Cuando Roma domina estos territorios, la
cultura griega se convierte en referencia de civilización y refinamiento para las élites romanas, los artistas copian las
esculturas de Fidias, Praxíteles o Mirón (copias que hoy se catalogarían de plagio y, sin embargo, son las únicas que
nos han llegado a la actualidad, nos permiten admirar la belleza y grandiosidad de la escultura griega), aprenden la
lengua griega, admiran la filosofía platónica y aristotélica, las escuelas cínicas y estoicas. También el modelo
educativo griego, en especial de su etapa final helenística influye en Roma, Cicerón será quien adapte la paideia
griega a la humanitas romana.
La
encíclico, enciclopédico de este modelo educativo se manifiesta en un plan educativo que distribuye los contenidos
en varias etapas sucesivas, entre las que destaca el núcleo formativo de la adolescencia, auténtico conjunto de
materias organizadas y sistematizadas con el fin de dotar al estudiante de una formación completa e integral tanto
física -cuidado del cuerpo- como intelectual y cultural, una clara aplicación de la areté homérica, la
educación del cuerpo y del alma.
La crianza, o trophé, del nacimiento hasta los 7 años de edad, se realiza en el hogar. La madre, en ocasiones un aya o
nodriza, o un pedagogo, enseñan al párvulo (
La paideia infantil se desarrolla entre los 7 y 14 años en Atenas, hasta los 18 en Esparta. El niño (
areté física y espiritual. Recibe formación gimnástica con el objetivo de desarrollar, fortalecer y embellecer su
cuerpo: practica la lucha en la palestra, el paidotribes (maestro) le enseña los fundamentos deportivos del penthatlon
de salto, carrera, lucha, lanzamiento de disco y lanzamiento de jabalina. La formación poética y musical se inicia con
las primeras letras que le inculca el grammatista o maestro de escuela elemental; adquiere los rudimentos de la
lectura, la escritura y el cálculo. Aprende a leer mediante un método alfabético (identifica las letras, descodifica los
símbolos que suponen las grafías y poco a poco se inicia en la lectura de palabras y oraciones), a escribir trazando
letras con estiletes sobre tablillas, copiando modelos escritos del maestro en pergaminos. El canto y la música, que
tienen un efecto moral, catártico, transformador del espíritu, se imparte a cargo del citarista (
aprende a tocar instrumentos musicales como la flauta, la cítara y la lira; la lectura y memorización de poesías de
contenido moralizante y ejemplar completan la formación moral del alumno.
Una vez se entra en la adolescencia, en la
espartanos de 18 a 20 años, el alumno recibe la enkiklios paideia, el núcleo fundamental de la formación y la cultura
que le guiará durante su vida. Amplia los contenidos de la educación infantil y aporta nuevas materias de mayor
complejidad, pero sigue bajo el concepto de la kalokagathía homérica, la areté física y la areté espiritual. En el
gimnasio continúa el aprendizaje del penthatlón, en la palestra aprende los secretos de la lucha, del manejo de las
armas y el arte de la equitación, conjunto de disciplinas que se conoce como pancration. La areté espiritual se centra
en una amplia y profunda formación intelectual en unas materias organizadas y estructuradas en dos grupos que, en
la Edad Media cristiana, constituirán el Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el Cuadrivium (aritmética,
astronomía, geometría y música). En la gramática se estudia un canon literario que incluye los épicos Homero y
Hesíodo, los trágicos Esquilo, Sófocles, Eurípides, los historiadores Heródoto, Tucídides y Jenofonte, los poetas
líricos Safo y Píndaro, los 10 oradores áticos y Demóstenes. Practican un método didáctico que se inicia con la
lectura y resumen y crítica del texto, seguidos de la exégesis o comentario del maestro, finalmente, el alumno razona
su propio juicio crítico (
líricos, textos teatrales y oratorios.
La retórica enseña el arte de embellecer el lenguaje escrito o hablado con el fin de deleitar, persuadir o conmover. El
primer paso es la creación de las ideas que se expondrán en el discurso, éste debe seguir un procedimiento bien
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definido, se inicia con un exordio o preámbulo en el que el orador justifica el interés y capta la atención del oyente o
del lector; la narración de las ideas debe seguir una argumentación clara, con momentos de digresión y peroración.
No solamente es importante el contenido del discurso, también hay que cuidar la elocución y la acción del orador; la
elocución -la manera de hablar- será brillante, correcta, adecuada al sujeto que escucha y al objeto que se expone,
mantendrá unas formas básicas de humildad, respeto, atemperada y, sin embargo, sublime. El orador cuidará con
esmero la pronunciación, la entonación, la modulación de la voz, sus ademanes y gestos con las manos y el cuerpo.
Junto a este aprendizaje de los fundamentos teóricos de la retórica, el alumno practicará redactando sus propias
composiciones en las que imitará los modelos formales de epitalamios, oraciones fúnebres, discursos, etc. Antes
deberá haber analizado el canon de la retórica, compuesto por Demóstenes y los Diez Oradores Áticos, habrá
desarrollado ejercicios en los que comparaba autores y textos, describía sus ideas y técnicas particulares, identificaba
las tesis de cada uno, y finalizaba con un debate o discusión con el resto de compañeros. Este proceso de aprendizaje
se completaba con la dialéctica que enseñaba a l adolescente los métodos de razonamiento filosófico para entender y
comprender el mundo.
La enseñanza continuaba en la edad adulta, con una educación que hoy diríamos superior, destinada a la formación
de profesionales como médicos y arquitectos, y en una profundización en las artes de la retórica mediante el método
sofista, y la incorporación de la filosofía como saber supremo, a cargo del filósofo que aplica el método socrático.